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Imagina que no eres nadie. Imagínate acomplejado, tímido y miedoso. Parado hasta el límite. Imagínate incapaz de ligar, de hacerte notar. Imagina la frustración de ver que la vida te pasa por encima y la gente te pasa por alto. Pero imagínate, ahora, que imaginas ser alguien. Imagina que imaginas que de repente tienes una flor en el culo y eres el centro del mundo. De un día por otro y por la cara. Y lo deseas, y te aferras, y te lo crees. Y pasa. Imagínate que un buen día todos hablan de ti, que eres la portada de todas las revistas, y tu cara aparece en todos los medios. Imagínate en el sofá, reflejándote en un zapping infinito. Todos te llaman, todos te quieren, todos te lamen el culo. Imagina que, poco a poco, y con el tiempo, nada te falta, todo lo tienes. Imagínate, por un momento, que te acomodas, que te va bien. Pierdes la timidez, te sacas los complejos. Imagínate que pierdes el miedo. Ahora imagina, pero, un punto de inflexión. Un camino sin salida. Un agujero en el culo. Imagina que un buen día pierdes la cabeza y lo mandas todo a tomar por el culo. Y de nuevo, imagina que ya no eres nadie. Pero no sufras, tranquilo: imagínate -por un momento- que con el tiempo y por fin te hacen un glorioso y emotivo homenaje.