Una hora en la vida de Stefan Zweig
Sinopsis
En la tarde del 22 de febrero de 1942, en su exilio brasileño, el famoso escritor austriaco, Stefan Zweig, se quitó la vida en compañía de su segunda esposa y secretaria, Lotte Altmann, 25 años más joven que él.
Una hora en la vida de Stefan Zweig recrea, en clave de ficción, los últimos momentos del autor de Carta de una desconocida. Mientras el matrimonio Zweig prepara, con calculada meticulosidad, todos los detalles de su suicidio, un exiliado judío, recién llegado de Europa, se presenta en la casa. ¿Quién es este extraño e inoportuno visitante? ¿Cuál es su secreto? ¿Es realmente judío o un agente al servicio de los nazis? Y, sobre todo, ¿por qué muestra ese indisimulado interés por una lámina de William Blake que durante años perteneció a Stefan Zweig?
Antonio Tabares
Nota del autor
El 22 de febrero de 1942, el escritor Stefan Zweig se suicidó en Brasil en compañía de su segunda esposa, Charlotte Elizabeth Altmann, 25 años más joven que él. “Es la última desgracia que podía esperar. Parecía tan fuerte, tan seguro de sí.” –escribió Romain Rolland. Y Klaus Mann apuntó en su diario: “La noticia fue tan inesperada que al principio no la pude creer. […] Yo pensaba que era el literato cosmopolita y caprichoso que no se toma nada a pecho. ¡Y era un hombre desesperado!”.
En Una hora en la vida de Stefan Zweig no he pretendido ahondar en las razones que llevaron al escritor austriaco a quitarse la vida, razones que por otra parte pueden entreverse en la pérdida definitiva de ese universo espiritual que describió en sus magníficas memorias El mundo de ayer. Mi intención no era tanto incidir en por qué se suicidó Stefan Zweig sino en cómo lo hizo, es decir, cuál fue su actitud ante su voluntaria desaparición. Sus últimas cartas revelan un estado depresivo y desesperanzado; los testimonios de quienes lo trataron en aquellos días del verano austral hablan de un hombre envejecido y agotado física y moralmente. Esta descripción contrasta, no obstante, con la desconcertante meticulosidad con la que Zweig preparó su suicidio. Fue un acto calculado y minucioso, pero no necesariamente frío. Quiero pensar que en esa hora final existía ya una determinación tan firme y consciente por su parte que de alguna manera había logrado desprenderse de sus últimos miedos e incertidumbres.
Y en esa circunstancia extrema imagino a un extraño: Samuel Fridman, un personaje de ficción que quizá no lo sea tanto. “Toda mi vida me han intrigado los monomaníacos, las personas obsesionadas por una sola idea,” –escribe Zweig– “pues cuanto más se limita uno, más se acerca por otro lado al infinito”. Y en efecto, su obra está llena de personajes entregados en cuerpo y alma a un único objetivo; personajes espiritualmente torturados, esclavos de pasiones freudianas que narran su historia para que el escritor a su vez nos lacuente a nosotros. Zweig debió ser un oyente excepcional y su encuentro con Fridman es, en cierto modo, el encuentro del autor con el protagonista de una última novela nunca escrita.
El tercer personaje en liza es Lotte, ese ser en apariencia insulso y enfermizo que, como en los mejores relatos de Zweig, se convierte de manera inesperada en el catalizador por el que los demás (y también ella misma) alcanzan la redención, esto es, la posibilidad de ser libres y fieles a sí mismos, incluso en contra del mundo entero, conforme a la máxima de Montaigne. Esa es la lección que aprenden los personajes de esta obra. Y me gusta pensar que, al hacerlo, los tres logran un triunfo postrero del espíritu frente a la barbarie.
Antonio Tabares
Presentación del director
Antonio Tabares, joven autor canario, irrumpió la temporada pasada en el Teatro de la Abadía de Madrid con la obra La punta del iceberg (que también se verá en Sevilla en octubre de 2014), una obra inquietante y sugestiva sobre la crisis y la precariedad laboral, que tuve la suerte de poder dirigir.
A partir de este texto, tuve acceso a las demás obras escritas del autor y descubrí que Tabares es, sin lugar a dudas, una de las voces más interesantes, completas, complejas y prometedoras de la dramaturgia española contemporánea. Una de ellas, Una hora en la vida de Stefan Zweig cautiva por la osadía del autor al mostrar los últimos minutos de la vida de uno de los escritores fundamentales del siglo XX, cuyo suicidio, en Brasil en 1942, junto a su joven mujer Lotte Altmann, causó un profundo impacto en todo el mundo.
Esos últimos minutos, desesperados, son recreados por Tabares con ingenio, respeto, misterio y grandes dosis de humanidad. Los amantes de la literatura de Zweig encontrarán en la obra de Tabares todos los temas que obsesionaban al autor, desde la desesperación por la deriva del nazismo y su extensión por Europa, hasta una reflexión profunda sobre la decadencia de Occidente y, por extensión, sobre la absurdidad de la existencia. En medio de la desesperación, justo antes del acto trágico de quitarse la vida, Tabares introduce un tercer personaje, una visita inesperada que viene a trastocar abruptamente los últimos minutos de las vidas de la pareja.
Cuando recibí una llamada de Roberto Quintana y Gregor Acuña, para sondear la posibilidad de montar la obra en una producción andaluza, mi respuesta inmediata fue afirmativa. Conocía ya la obra y estaba absolutamente deslumbrado por la intensidad emocional del texto y por el juego teatral que Tabares lanza al espectador.
Nuestro deseo es realizar un trabajo delicado pero exhaustivo, y acercarlo al máximo a los espectadores en un montaje íntimo, directo, poético, apelando siempre al sentimiento y a la razón al mismo tiempo. Con el máximo respeto hacia la figura del gran autor austríaco, pero buscando un juego en el que el espectador se vea directamente involucrado en la acción dramática, a través de una escenificación «de proximidad», como si fueran «voyeurs» de ese momento íntimo, enigmático, desesperado y trágico: los últimos instantes en la vida de un individuo tocado por la gracia artística, pero sin perspectiva alguna de futuro.
Nuestra propuesta es intentar llegar a un público amplio y hacerle interesarse sobre una de las personalidades literarias fundamentales del siglo XX, un hombre que supo escuchar el «latido del mundo» de su época, cuyas convulsiones son absolutamente actuales, a principios de nuestro extraño y enrarecido siglo XXI. Y, también, plantear un espectáculo que impacte en el ánimo y la sensibilidad de los espectadores. El extraordinario texto de Tabares bien lo merece.
Sergi Belbel
Autor: Antonio Tabares
Dirección: Sergi Belbel
Intérpretes:
Stefan Zweig: Roberto Quintana
Lotte Altmann: Celia Vioque
Samuel Fridman: Gregor Acuña-Pohl
Espacio escénico: Max Glaenzel
Vestuario: Carmen de Giles
Espacio sonoro: Jordi Bonet
Ayudantes de escenografía: Josep Iglesias y José W. Paredes
Asistente de iluminación: María Viñuela
Diseño gráfico: Ana Ropa
Fotografía: Marina Testino y Pablo Bravo-Ferrer
Estilo: Manolo Cortés
Ayudante de dirección: Antonio Calvo
Producción ejecutiva: Rafael Herrera
Distribución: Teresa Velázquez
Duración: 1h 35 min.
Una coproducción de Fundació Sala Beckett/Obrador Internacional de Dramatúrgia, Excéntrica Producciones (Andalucía) y Una hora menos (Canarias)
Con la colaboración de Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (INAEM)
Con la complicidad de Quaderns Crema y Editorial Acantilado
Y de las librerías: La Central, Laie, Casa del llibre, Documenta, Alibri, Calders, Nollegiu, Etcétera y Llibreters de Gràcia – La vila dels llibres