L’efecte

Sinopsis

«Soy capaz de ver la diferencia entre quien soy y un efecto secundario».

A L’efecte, dos jóvenes voluntarios se comprometen en participar en un ensayo clínico de un nuevo fármaco antidepresivo. Pero al  sucumbir a la fuerza gravitatoria de la atracción y el amor conseguirán alterar el estudio provocando la frustración de los médicos involucrados.

Esta obra divertida, emotiva y sorprendentemente humana explora cuestiones como la cordura, la neurología y los límites de la medicina, junto con las ideas del destino, la lealtad y la inevitabilidad de la atracción física. A L’efecte, Lucy Prebble, autora de la serie británica Secret Diary of a Call Girl, hace, a través del corazón, una vibrante exploración teatral sobre el cerebro humano.

Presentación de la autora

Esta obra es quizás el mejor que he hecho nunca y lo peor que he hecho nunca. A medida que me voy haciendo mayor estas contradicciones parecen producirse cada vez más. O quizás soy yo que me doy cuenta más. Las cosas son lo mismo y lo contrario. El corazón tiene dos ventrílocuos. El cerebro, dos hemisferios bien diferenciados.

Vivimos en un proceso constante para poner en contacto estos dos elementos, para hacer fluir la sangre y la electricidad entre ellos. Estamos hechos para existir en un ciclo ─no solo, creo yo, en la segura prisión de nuestra propia piel sino también fuera de nosotros mismos. Hay una teoría pasajera llamada «la mente extendida» que se pregunta si lo que consideramos nuestra mente en realidad se extiende más allá de nuestro cráneo. Esto puede parecer incómodo a aquéllos y aquéllas que, como yo, hacen del materialismo nuestro dios, pero parece correcto cuando pensamos en el arte. O en el amor. Si me rompes el corazón, ¿esto ocurre realmente en mi pecho? ¿O el acto de romperlo se produce en algún lugar entre tú y yo? ¿Unos centímetros más allá de mi mano mientras se dirige hacia mi boca, a la altura de tu ojo, a la izquierda del horno? Hay un viaje entre nosotros que se ve interrumpido. No estamos tan cerrados si puedes hacerme daño físicamente sin tocarme. Está surgiendo un ciclo, en el espacio que hay entre nosotros, y se podrían derivar todo tipo de síntomas emocionales y físicos. Cuando nos amamos nos volvemos porosos. En todos los sentidos. Y cuando nos hacemos daño también. Dios mío, es insoportable.

Quizás es por eso que vamos a ver obras de teatro y escribimos. Podemos practicar con personas de ficción. Tenemos ese ciclo a oscuras, manipulado por los actores y seguro al mismo tiempo. He empezado a pensar que el arte no es más que amor interrumpido. Una persona considerada «normal» se puede implicar en tiempo real con otra en un ciclo giratorio, empático. «Me haces sentir un ser completo», decimos. «Y tú a mí», decimos. Se trata de una comunicación especial, constante, con otra persona. Significa ser aceptado del todo; la topografía de nuestra mente por encima de su, tu corazón acurrucado en sus manos. Pero un artista sólo hace la mitad del camino. Y después te pide que te reúnas con él. Más tarde.

Como escritora, con esta obra quería expresarme. Quería que me conocieran. No quería estar allí cuando eso ocurriera. Así pues, dejé estos pedacitos de mí misma abandonados en una página en espera de que completaran el circuito para mí. Durante un tiempo pensé que el arte era mejor que el amor ─un fin en sí mismo. Pero es peor. Es un extremo de una conversación que no fui lo suficientemente valiente de mantener. Se trata de tener contacto visual con el espejo. Se trata de un hueso roto. Y una escayola cubre la fractura.

Y, por su parte, el reparto tiene el gran coraje de mantener las piezas juntas. Esta esperanza perdida. Llevan de forma magnífica aquel amor. Expanden y repiten y representan con mucha emoción esta obra y esperan encontrarse contigo a medio camino como público, rodeados de comprensión y sentimientos.

Gracias a ellos y ellas. Y gracias a vosotros. Para completar las cosas por mí. Confío en que todos nosotros completaremos el viaje.

Lucy Prebble