Espectáculo

Vacío

de José Sanchis Sinisterra
Fechas
Del 30/10/2009 al 01/11/2009
Horario

Viernes a las 22h

Sábado y domingo a las 20h

Duración
1h
Espacio
Sala Beckett – Gràcia

Vacío

Hay una extraña coincidencia para mí, entre algunos de los textos de José Sanchis y mi “momento” personal. Por alguna inexplicable razón, llegan en el momento justo que me permite disfrutarlos y llevarlos a escena. Hace 10 años, en 1994, me encontré con Pervertimento. También salía yo de una situación personal muy difícil y ese texto me redimió y me dio muchas satisfacciones. Con José nos conocimos en el año 87 en Medellín y al año siguiente, un poco movilizado por ese encuentro, vine a España y… hasta ahora.
Han pasado otros 10 años y los avatares de la vida me ponen nuevamente ante una situación límite. Y de nuevo la magia de un encuentro que me deja entre las manos un monólogo que se llama Vacío. Así estoy o así me siento y desde este vacío personal abordo otro Vacío que supone un reto para mí.
Yo he hecho varios monólogos en mi carrera teatral pero nunca un unipersonal. Es muy difícil hablar de la nada y que eso no aburra. Y lo es todavía más darle sentido y hondura poética y filosófica a esa nadería. La gran virtud de Sanchis está en hacer que uno deba construir el diálogo con el espectador, no desde las palabras, sino desde los silencios. Y esto aguza el instinto y obliga al actor a funcionar desde el precario equilibrio en el que el silencio activa y responde, y no lo alcanza la fatiga. Todo esto, desde la mirada de un niño genial: una mirada entre la perplejidad y la perspicacia que nos sitúa en el exacto lugar donde la trascendencia no deriva nunca hacia la pontificación ni la pedantería sino que se rompe en gag “involuntario”, en vislumbre de socarrona indulgencia. Y vuelta a empezar. Este no dejar nunca que la poesía resplandezca, este pudor inteligente que socava una y otra vez los climas que provoca, nos arrima como sin querer a los grandes temas. Y un halo de misterio, un vértigo de estómago se va instalando en el espectador (o debería, entiendo), que se ve inmerso en un juego más sutil y más perverso de lo que en principio parece. Este Vacío, este extraño mareo, este deambular en espiral escénico no halla la paz en los otros dos monólogos que completan este tríptico despojado. La Puerta y Presencia circunvalan los mismos temas desde otras perspectivas de la escena y sus criaturas. En realidad, son tres maneras de dialogar con el público desde el escenario. Un actor, un escenario vacío y un público, los tres elementos indispensables para convocar ese misterio llamado teatro. Para mí teatro es lo que no se dice, lo que no se hace, lo que no se toca y lo que no se ve; por lo tanto, teatro es lo que no es. En el teatro de José Sanchis sobrevuela esta figura retórica: la paradoja lo tiñe todo. En la pequeñez se encierra su grandeza y en la trivialidad su trascendencia. Por suerte para mí, que José dirija el trabajo, además de un orgullo, supone la tranquilidad de obtener desde fuera, la aguda mirada de un hombre de teatro que, conociendo como nadie al “autor”, garantiza la empatía necesaria para serle fiel y para trasgredirlo al mismo tiempo.

Mario Vedoya

No tan vacío

Ocurre a veces que el teatro, cansado de hablar del mundo y sus locuras, necesita mirarse el ombligo y hablar de sí mismo. Dejar de lado, sí, por uno o dos momentos, el enorme abanico de grandes y pequeños temas que la vida humana –llena de ruido y de furia- le exige tratar, y preguntarse por sus propios hilos, por su urdimbre, por su magia y sus trucos, por su poder y sus debilidades. Y por sus cuatro puntos cardinales: el vacío, el silencio, la oscuridad y la quietud.
Más, ¡oh, fatalidad!, también ocurre a veces que, al hablar de sí mismo, al pretender tan sólo jugar con sus recursos, interrogarse burlonamente sobre la trama de convenciones y artificios que lo constituyen como arte, poner al descubierto los mecanismos de la ficción y otras travesuras por estilo, el mundo se le cuela por las bambalinas y acaba por hacerse escuchar, por hacerse ver, por imponer inexorablemente sus temas grandes y pequeños.
Algo así sucede, me temo, en est pequeño tríptico que, fingiendo expulsar del teatro todo lo que no sea la propia esencia de la teatralidad, jugando a desmontar el entramado de la ilusión escénica –la acción, el texto, el personaje, el actor, el decorado, el autor, el público…-, no puede evitar darse de bruces con alguno de los temas cardinales de la vida humana: el ser y el tener, el origen y el fin, la muerte y la pervivencia.

José Sanchis Sinisterra

Actor: Mario Vedoya

Espacio Sonoro: Iván Guerrero
Iluminación: Mario Vedoya
Fotografía: Alfonso Postigo

Una producción de Segundo Viento