Robert Walser
Robert Walser abandonó el oficio de escribir y toda actividad literaria después de haber llenado, en su última etapa creativa, páginas y más páginas de textos microcaligrafiados a lápiz en que la única lógica narrativa es la de la libre asociación de ideas y estados de ánimo. Aficionado al paseo como actitud vital y estética, su prosa es una invitación al preciosismo y al ensueño intelectual.
Walser, que entre muchas otras ocupaciones laborales había trabajado como criado en una casa señorial, alcanzó en los inicios de su carrera literaria cierto prestigio en Suiza y Alemania. Sin embargo, Walser no se sintió nunca cómodo en su papel de intelectual y fue alejándose progresivamente de los círculos literarios y sociales. Los hermanos Tanner (1906), El ayudante (1908) y Jakob von Gunten (1909) son sus tres novelas más conocidas, escritas durante su estancia en Berlín. A partir de 1931, Walser inicia un proceso de reclusión personal que lo llevará a vivir en clínicas de reposo o pequeños apartamentos. Finalmente, opta por vivir los últimos veinte años de su vida en un hospital psiquiátrico y muere un día de Navidad, paseando por la nieve. Sin embargo, su original obra narrativa (novelas, relatos, prosas varias y también alguna pieza de teatro) atrajo pronto la atención de autores como Franz Kafka, Hermann Hesse o Walter Benjamin, entre otros. No ha sido hasta finales de siglo XX que la obra de Walser no ha comenzado a ser traducida, editada y reivindicada en los círculos literarios internacionales.
De este autor, en la Sala Beckett se ha podido ver la adaptación dramática que Toni Casares hizo de su novela Jakob von Gunten y que llevó el título Aquí s’aprèn poca cosa (2009).