Eufòria

de Lara Díez Quintanilla

Un pueblo que vivía galopando en la euforia eterna se vio amenazado por un final. No había nada que hacer para evitarlo. Cualquier intento de rebelarse producía el efecto contrario. Todo el mundo colapsó. La mayoría prefirió anticiparse y estallar antes de enfrentarse a un momento así. Quien se quedó tuvo que dar marcha atrás, atravesar un pantano bipolar y volver al principio para poder, al fin, asumir que se acabaría.

La obra es el viaje de un grupo de personas solas hacia un final compartido, a través de este mundo enfermo de euforia, que se promete infinito.